- No quise ser cura
- Películas, documentales, comerciales…
- La alegría de ser maestro de cine
Dedicado a mis alumnos
Durante mi trayectoria como cineasta he producido y dirigido desde cortometrajes hasta largometrajes, pasando por documentales, videos corporativos y múltiples comerciales, aunque se me han quedado muchas películas en el tintero, en el ya merito. Al principio sentía una frustración enorme con cada proyecto que no se realizaba, pero poco a poco me di cuenta que los cineastas tenemos la obligación de contar con un proyecto siempre, que eso es parte de nuestro estar en este camino de los rodajes y que, de cien, o mil, o los guiones que sean, se filmarán pocos, aunque esos pocos tendrán toda la esencia de los que no filmamos.
De eso hablaba el sábado con mis alumnos, durante la hora de la comida, en uno de los rodajes de los ejercicios interdisciplinarios del Centro de Capacitación Cinematográfico (CCC), donde soy el asesor de Producción y, al platicar con ellos de mis experiencias como productor o como director, voy recorriendo en mi memoria el trayecto, desde las primeras filmaciones a las que asistí, hasta donde estoy ahora. Estoy seguro que durante la primera vez que fui a una filmación decidí no ser el médico que mi mamá quería tener en casa, ni el abogado y futuro gobernador que mi papá deseaba que fuera, y mucho menos el cura que mis tías adivinaban en mi. Ese día, viendo la cámara, el boom, el dollie, los actores, el director ordenar la acción y el corte, ese día, ese mero día, decidí contrariar a todos y ¡filmar!
Es maravilloso estar en un set, pasar todo el día creando y recreando, armando la historia que quieres contar, saltar los cables, hacer silencio cuando comienza la toma… No hay nada para mi que pueda ser motivo de mayor felicidad que estar en un rodaje, por eso fui muy feliz este marzo en los rodajes de mis alumnos, en los que seguramente aprendí más que ellos.