Cinema

DURANGO FUE LA TIERRA DEL CINE

Mar 9, 2025

A Durango se le ha dado en llamar La Tierra del Cine porque se han filmado ahí poco más de doscientas películas, cuya mayoría pertenecen a temas del western estadounidense. La mayor parte de estos rodajes se realizaron a partir de 1954 hasta mediados de la década de 1970, cuando el género cinematográfico del western comenzó a irse en picada junto con el auge de las filmaciones en las locaciones duranguenses.

Todo comenzó cuando los duranguenses, empresarios madereros, Gilberto y Joel Torres, junto con Miguel Alemán Velasco, hijo del expresidente Miguel Alemán Valdes, fueron a Hollywood para convencer a los cineastas gringos de que vinieran a filmar a los paisajes de Durango.  

Los argumentos principales eran, según me lo contó en propio Miguel Alemán, que en Durango había infinidad de locaciones extraordinarias y ya no se tendría que estar viendo la misma escenografía en todas las películas de vaqueros, y además les costaría mucho menos venir a rodar a México.

Seguramente el segundo de los argumentos que esgrimieron los hermanos Rosas y el junior Alemán fue el que más atrajo a los cineastas gringos para que decidieran venir de inmediato a filmar, en 1954, la película Pluma blanca (Dir. Robert D. Webb), con Robert Wagner y Debra Paget.

Aquí debo mencionar que habiendo yo nacido en Durango, mi papá y mi mamá (Ubaldo y Emma), nos llevaron a ver la filmación a mi hermana Cecilia y a mi. Quizá el evidente entusiasmo de mis papás, por estar cerca de aquel acontecimiento, me impactó, o ver los caballos, los vaqueros y los indios en una carrera interminable, porque seguramente repetían y repetían las tomas, grabó en mi memoria aquel día de campo con espectáculo incluido, aunque algunos de mis amigos se resisten a creer que yo me acuerde de eso si apenas tenía cuatro años.

Después de este filme vinieron muchos más, con actores como Kirk Douglas, Robert Mitchum, Anthony Quinn, Gleen Ford, Charlton Heston, Ringo Star y John Wayne, quien, por cierto, se hizo de un rancho en Durango, donde vivió algunos años y donde construyó un set cinematográfico para rodar ahí algunos de sus últimos westerns.

Durante las décadas de los 1950 y los 1960 me la pasé en los frecuentes rodajes que se hacían en Durango, viendo dirigir a los norteamericanos John Huston, Sam Pekimpa, John Sturges, y al inolvidable director mexicano Alberto Mariscal, quien rodó en Durango varias películas: El Tunco Maclovio, Bloody Marlene, Todo por  nada y El jinete de la soga, entre otras.

El genero western se fue desgastando y los pueblos vaqueros que se construyeron para filmar se resistieron a quedar en el olvido y fue entonces cuando el empresario Martín Gamboa promovió los lugares que sirvieron de sets de tantas películas para que se convirtieran en parques temáticos turísticos, con espectáculos dominicales de vaqueros, indios, caballos y balazos de salva, para no olvidar que Durango es, aunque más bien fue, La Tierra del Cine.

Quizá no vuelva el auge de los múltiples rodajes, como en aquellos años, pero estoy seguro de que Durango puede ser un punto atractivo para producciones nacionales e internacionales como de vez en lo ha sido, cuando sus autoridades han sabido impulsar este potencial que le da sus extraordinarios paisajes, luz natural y la belleza de ciudad, además de una buena cantidad de gente que sabe trabajar en películas como gerentes de locaciones, extras, electricistas, asistentes de producción, escenografía, maquillaje, vestuario, etc.

En 2013, por ejemplo, se filmó ahí La dictadura perfecta (Dir. Luis Estrada), que aunque no es western, sí tuvo algunas balaceras. Anteriormente se había rodado la serie nortemericana Texas rising (Roland Joffé), entre otras producciones que se llevaron debido a la promoción efectiva, en ese entonces, de la entidad como gran escenario de cine.

Hoy, aunque siguen estando ahí las maravillosas locaciones naturales, no hay promoción adecuada, hace falta impulso y dirección.

Lo digo desde no tan lejos, porque desde principios de la década de los años 1970 vine a vivir al D.F., hoy CDMX, donde finalmente me convertí en cineasta. Quizá por ello no me olvido de aquel primer rodaje al que me llevaron mis papas y que, curiosa o significativamente, fue el del primer largometraje filmado en Durango.

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