-En la Cineteca de Churubusco se perdieron 6,500 negativos
-La de Chapultepec se inauguro sin haberse terminado
-La excelente programación bajo las barbas de Nelson Carro
Desde hace unos tres años, me volví asistente frecuente (casi permanente) de la Cineteca Nacional de Xoco, que es la mamá de la Cineteca de Las Artes y de la que abrirá formalmente sus puertas algún día, allá en dizque Chapultepec, que más bien sería Santa Fe.
Por supuesto que había ido desde mucho antes, quizá desde su inauguración, en enero de 1984, pero no con tal frecuencia como ahora. Es más, conocí a la abuela de todas las cinetecas, tanto que el día en que se incendió (24 de marzo de 1982) entré a ver qué estaban exhibiendo y luego decidí ir al cine Pedro Armendáriz que estaba en la misma cuadra, pero más adelante, porque se estrenaba una película que me interesaba ver: Campanas rojas (Sergéi Bondarchuk, 1981), coproducida por México, URSS e Italia.
A punto estuve de quedarme en la Cineteca Nacional, quizá para siempre, entre los muertos que causó el incendio y la explosión causada por el nitrato de plata de los más de 6,500 negativos que se guardaban en el archivo fílmico de una de las bodegas del desafortunado edificio. Si no ha sido por las campanas del ruso Sergéi, tal vez no lo estuviera contando. Por cierto, no logré ver la película porque apenas llevaba unos cinco minutos de haber comenzado, cuando se escuchó y se sintió la explosión de la Cineteca Nacional. Inmediatamente después, nos avisaron a los asistentes que se suspendía la proyección debido a “una conflagración” en la Cineteca y que, por la cercanía y la dimensión del incendió, era mejor que abandonáramos la sala del Pedro Armendáriz. Al salir, nos entregaron un boleto por persona para que regresáramos otro día.
Nunca se supo el número de personas que ahí perdieron la vida. Se hablaba de más de 20, pero las cifras oficiales afirmaron que murieron siete y 50 resultaron heridos. Eran tiempos en que el gobierno fijaba las cifras a “conveniencia”, aunque nadie las creía, como sucedió con los que cayeron durante el movimiento estudiantil que concluyó con la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlaltetolco, cuyo número oficial, nunca establecido exactamente, fue entre 20 y 28. Por las investigaciones hechas posteriormente, se sabe que la cifra real pudo haber llegado a mil.
Entre los rollos que se perdieron por el incendio de aquel 24 de marzo pudieron haber estado los que contenían las imágenes de la masacre de Tlaltelolco, recogidas por ocho cámaras Arriflex de 35 mm, con telefotos de hasta 400 mm, apostadas en diversos edificios del lugar, bajo el mando del director cinematográfico Servando González (Viento negro, Los Mediocres, Yanco y otras), a quien el gobierno le había dado el encargo de filmarlo todo.
Después de la tragedia de la primera Cineteca Nacional, en enero de 1984 se inauguró la de Xoco en un edificio que había sido de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACME). Desde entonces iba a ver algunas de las clásicas que se programaban con frecuencia. Ahí vi y volví a ver las italianas del Fellini, Pasolini y todos los italianinis. Posteriormente vino la remodelación y ampliación del edificio, en 2012, con más salas, un foro al aire libre, bóveda para 50 mil películas, laboratorio de restauración, centro de documentación, restaurantes, cafeterías, amplios espacios comunes (que ahora ocupan algunos vendedores ambulantes en protesta -dicen- por haber sido víctimas de una “ofensa de género”).
Posteriormente, el 15 de agosto de 2023, se abrió la Cineteca Nacional de Las Artes, precisamente donde estaba el cine Pedro Armendáriz, del que me sacaron el día que explotó la Cineteca de Churubusco.
Lo curioso es que la película Campanas rojas, que no pude ver aquel marzo de 1982, la ví 42 años después en el mismo cine. Como canta Elefante:
“Así es la vida de caprichosa
A veces negra, a veces color rosa
Así es la vida jacarandosa
Te quita, te pone, te sube, te baja, y a veces te lo da …”
No pensé que esta nueva Cineteca de Las Artes fuera a tener éxito, pero desde su inauguración hasta ahora se ha vuelta un lugar frecuente de los cineastas y cinéfilos de esta ciudad, que cada vez somos más, y, que por lo pronto, no viene al caso plantearnos los motivos, aunque me gustaría señalar uno en particular: la excelente programación actual de la Cineteca Nacional bajo las barbas de Nelson Carro (aplausos).
De la Cineteca de Chapultepec ni hablamos. Se inauguró en septiembre de 2024 y aún no se ha terminado de construir.
El caso es que obligado por mi profesión a ver el buen cine (a veces no) que se hace aquí y en todos lados, acudo con mayor frecuencia a la Cineteca de Xoco. También debo apuntar que me queda cerca de mi casa y algo más por lo que ya no hay pretexto, que como maestro del CCC, no me cobran.
Hoy iré a ver El Buen salvaje (Santiago Mohar Volkow.,2023). Luego les cuento.