- El inquilino, de Polanski
- Tiburon, de Spielberg
- El vampiro, de Méndez
Hay una película de terror que me pareció tan buena, tan bien hecha, que no la volvería a ver. Me refiero a EL INQUILINO, de Roman Polanski. Hay otra que se llama igual, de 1990, que dirigió John Schlesinger, con Melanie Griffith, Matthew Modine y Michael Keaton, cuyo tema es muy diferente a aquella que hasta el momento considero la película más terrorífica de la historia del cine.
El inquilino, de Polanski, es de 1976 y la debo de haber visto en estreno en México, por ahí de 1977, desde entonces la recuerdo y al mismo tiempo la quiero olvidar para poder dormir. El protagonista es el mismo Roman Polanski que interpreta a Trelkovsky, quien habita un departamento en París, que anteriormente había sido ocupado por una inquilina que se suicidó, aventándose por la ventana.
Para muchos críticos, quizá influenciados por el controvertido Polanski (cuya vida es un tanto de terror) es tan mala que no vale la pena verla. Para otros es gran película, mejor que Rosemary´s Baby, que ya es decir mucho. Para mí, que soy un simple cinéfilo, aunque debo decir que lo de “simple” lo menciono para parecer modesto porque voy frecuentemente a la Cineteca Nacional, o sea que veo la selección de Nelson Carro (el gran programador actual de la Cineteca) y eso me daría un grado más arriba del “simple”… Bueno, para mi, El inquilino es tan buena película que toda persona que la vea jamás la olvidará por el terror que provoca.
El terror no es fácil manejarlo en el cine. Infinidad de directores lo han intentado sin lograrlo. Recuerdo, por ejemplo a La Bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez – 1999), que no era precisamente la película la que causaba terror, sino todo el proyecto armado en los medios periodísticos. Se afirmaba que era una película que habían hecho tres jóvenes cineastas que desaparecieron mientras rodaban un documental sobre la leyenda de una bruja que existió en las Colinas Negras de Maryland.
Todo este manejo de promoción de La Bruja de Blair funcionó y durante el tiempo que estuvo en salas, el público comentaba que todo aquello que se veía en la pantalla había sido realidad. Pero aquí el terror no era causado solamente por el filme, sino por todo el manejo que se armó previo a la exhibición.
Las imágenes y el audio de ese filme se presentan en crudo, sin gran tratamiento en postproducción, como si se exhibiera como se rescató de la cámara que supuestamente se encontró en las montañas donde se perdieron “para siempre” los estudiantes de cine.
Hasta el momento es una de las películas “de terror” más exitosas de la historia del cine en la taquilla. Obtuvo 248 millones de dólares, aunque posteriormente gran parte del público se decepcionó cuando se enteró de que todo fue parte de un vil manejo publicitario.
Otra de las películas de terror que me ha impactado en mi vida de simple cinéfilo es TIBURÓN (Steven Spielberg, 1975), aunque el terror aquí, en vez de hacerme huir, como en el caso de El Inquilino, me atrae tanto, que la he visto varias veces.
En México, la película de terror con mayor reconocimiento de la crítica nacional es EL VAMPIRO (Fernando Méndez, 1957), con Germán Robles, que, según yo, es el mejor vampiro de la historia del cine. Las tomas contra picadas al personaje aquel de colmillos largos y puntiagudos sí eran para causarle insomnio a cualquiera.
Pero El Inquilino, de Polanski, es inolvidable, tanto que hoy que me acordé de ella, espero poder dormir.