- La chamba que nos espera
- Betacam, VHS, DVD y Blu-Ray
- Influir para transformar
Recientemente, sentado en una de las bancas del patio central del CCC (Centro de Capacitación Cinematografía), en espera de la hora de entrar al salón correspondiente a dar mi clase, escuchaba la conversación de estudiantes que se encontraban en las bancas vecinas. Hablaban de la resistencia del cine frente a plataformas como Netflix, Amazon Prime y otras, quizá previendo lo que les espera.
Me llamó la atención la conversación porque, sin duda, es interesante saber qué piensan los estudiantes de cine sobre la conversión de las plataformas, desde que se introdujo el Betacam en los 1980, cuando se pudo ver en casa lo que hasta ese momento solo se podía ver en las salas de cine, aunque ya se pasaban algunas películas por televisión, pero no las que uno eligiera, como sucedía en los establecimientos donde de pronto ponían a nuestra disposición los casetes que podíamos llevar a casa para ver una y otra vez, y a la hora que quisiéramos, nuestras películas preferidas.
Luego vendría el VHS, con un casete más pequeño, y posteriormente el DVD y el Blu-ray, con mayor nitidez en la imagen y el sonido.
Todo eso pasó en aproximadamente 25 años, desde 1982, cuando SONY lanzó el sistema Betacam, hasta que hace unos dos o tres años cerró el último Blockbuster en Oregon, aunque debemos señalar que en México se siguen vendiendo DVD con películas actuales y de todos los tiempos (películas piratas).
Pero volviendo a la plática de los estudiantes de cine, que no ahondaron tanto en los detalles de las diversas plataformas por las que ha pasado el cine, como lo acabo de hacer, porque nomás se centraron en lo actual, una de las alumnas argumentaba que mientras existieran Netflix o Amazón se requeriría contenido y eso garantizaba trabajo para los cineastas, lo que me pareció una buena reflexión; otro decía que si se hablaba exclusivamente de chamba para generar contenido audiovisual, sin duda la habría, dada la necesidad de las plataformas, aunque aseguraba que el contenido no sería precisamente el que ellos, como cineastas, soñaron generar.
La conversación de los estudiantes se trataba de un claro intento de prever los objetivos mediatos o inmediatos, de irse preparando para la batalla en el campo de lo profesional. Pero lo que me llamó la atención es que no se preguntaban si habría o no trabajo después de recibir su certificado que los acreditaría como cineastas. Su preocupación era sobre el tipo de cine que tendrían que hacer para alimentar a las voraces plataformas. Es decir que la contratación estaría garantizada, más no los productos finales con los que soñaron cuando decidieron elegir la cinematografía como carrera.
Tuve que dejar de escuchar aquella conversación que llamó tanto mi atención porque finalmente llegó la hora de clase.
Hablaría en esa ocasión sobre las etapas de post producción pero terminé centrándome en las etapas del cineasta y la importancia de influir para transformar. No importan los soportes, ni lo romántico de filmar en 35mm o 16mm, en cinta magnética o digital, quizá ni el DVD o la pantalla de leds… lo que importa es que el cine a pesar de todo, desde los Lumiére (1895) hasta hace ratito, sigue siendo el cine y eso no depende ni de Netflix, ni de Amazon Prime, que solo son plataformas, soportes o medios.